MUSAAT / pROFESIÓN PROBLEMÁTICAS HABITUALES Dentro de los distintos tipos de saneamiento, el drena- je suele ser una instalación a la que se le presta menor atención, en comparación con la red de saneamiento horizontal enterrada o con la red vertical colgada. La forma de drenaje más habitual es aquella que se coloca enterrada, perimetralmente en un edificio, ya sea en una zanja ad hoc o en el vaciado de la excava- ción existente entre el trasdós de un muro (o fachada semienterrada) y el terreno aledaño. En esta tipología, las problemáticas más habituales son que los tubos se disponen curvados, el material granular superior es in- adecuado, existe colmatación de las ranuras del dren, falta de colocación de arquetas o de piezas especiales en los cambios de sentido, así como las ausencias/de- ficiencias de puesta en obra de la impermeabilización del paramento anexo al tubo (ver Fig. 1). Las deficien- cias antes indicadas, junto con el mal diseño/ejecución de los muros de sótano y sus impermeabilizaciones, ha- cen que este elemento constructivo sea el tercero (de entre 58 estudiados) donde más incidencia patológica existe en la edificación (ver CERCHA 121: Documento de Orientación Técnica Cm-1). Hay ocasiones en las que el drenaje no es un sistema lineal, sino que debe abarcar un área y que, por tanto, es necesaria la concatenación sucesiva de distintos rama- les para poder drenar inferiormente pistas deportivas, soleras, pavimentos, calzadas, etc. En estas situaciones, las problemáticas más habituales suelen ser la falta de pendiente, el estallado/rotura del dren, ausencia o defi- ciencia de encachado, cubrición y macizado accidental de los tubos con hormigón, así como la realización de los encuentros entre conductos sin la interposición de piezas especiales (ver Fig. 2, en donde este punto se pretende solucionar con mortero de cemento). En esta tipología de drenaje es importante que el material de acabado sea permeable y permita la introducción in- tersticial del agua de lluvia a su través, al objeto de no provocar encharcamientos; esta premisa sería también análoga a las áreas no pavimentadas, pero con otras prestaciones específicas (terrenos ajardinados urbanos, campos deportivos de césped, etc.). La red de saneamiento-drenaje está casi siempre cubierta, pero hay veces que puede tener parte de sus ramales o dispositivos embebidos en el pavimento de acabado en un área o tramo determinado (ver Figs. 7 y 10). Esto puede ser así para recoger el agua de escorren- tía superficial cuando el terreno esté inclinado o cuan- do se considere que el volumen de agua va a ser muy abundante y que, por tanto, puede haber afectación en los edificios y dotaciones que están en las proximi- dades. En estas situaciones, unas de las problemáticas frecuentes son el no crear registros de mantenimiento a distancias razonables, así como no dotar de pendiente a las canalizaciones en cuestión. Una solución para lo último podría ser utilizar piezas con pendiente interior incluida, las cuales mantienen la horizontalidad de su cara superior al tiempo que permiten una evacuación adecuada. Los drenajes lineales también pueden disponerse en muros de contención y en taludes; en ambos casos, las problemáticas habituales suelen repetirse respecto a las ya indicadas con anterioridad. En todas ellas, ade- más, no es raro encontrar también que el geotextil esté abierto, roto o mal plegado.