REHABILITACIÓN / Torre del Pretorio La limpieza de las fachadas se abordó en varias fases. Primero, se realizó una limpieza mecánica con cepillos y la aplicación localizada de biocidas para eliminar líquenes y hongos. Posteriormente, se utilizó la proyección con- trolada de árido –silicato de aluminio de granulometría fina– para retirar costras negras y depósitos superficia- les, adaptando siempre la presión a la resistencia de la piedra y respetando las pátinas históricas. Paralelamente, se retiraron morteros de cemento Portland y rejuntados inadecuados que habían sido in- corporados en intervenciones del siglo XX. La eliminación de estos materiales permitió descubrir, en la esquina que da a la plaza del Rey, un antiguo arco oculto, que se integró en la lectura final del paramento. También se actuó sobre elementos metálicos oxida- dos insertados en fases anteriores. Destaca el caso de la ventana geminada de la fachada noroeste, donde un anillo y una pletina rodeaban el capitel. Ante el riesgo Una historia milenaria proceso manual Capitel a restaurar, limpieza con proyección y rejuntados de acabado y de fondo, eliminación de morteros y reintegración de sillares. Una historia milenaria Los más de mil años que lleva en pie son los “culpables” de que la Torre del Pretorio (que mide 26,40 m de ancho por 23 m de alto) acumule mucha historia y, también, adecuacio-nes y restauraciones varias. Cuentan los libros que la orden para su construcción partió de Vespasiano (siglo I d. C.) –y no se concluyó hasta el mandato de Domiciano– para unir la parte baja de la ciudad y del circo con el foro de Tarraco, lugar donde se administraban los asuntos provinciales de esta parte de Roma. Tras la época romana, entre 1129 y 1171, fue fortaleza para los normandos y, pos-teriormente, pasó a ser propiedad de la corona catalano-aragonesa, cuyos reyes es-tablecieron aquí la sede para el veguer real. Siglos más tarde, concretamente a partir del siglo XVI, la torre se convirtió en un cuartel militar y sufrió graves daños durante la ocupación napoleónica. Ya en el siglo XX, hasta 1953, la torre se convirtió en prisión, y casi veinte años después, en 1971, se inauguró como museo de la ciudad. En 1993, todo el edificio se adecuó para unirlo con los restos de la cabecera del circo y recupe-rar la función primigenia de servir de conexión entre el circo y el foro.