Nuevas capitales / URBANISMO observar la naturaleza Sibarani Sofian (debajo) cree que en la naturaleza se encuentran las respuestas para construir nuevas ciudades sostenibles y habitables. Esa ha sido su filosofía para realizar el planteamiento de Nusantara. alcanzar la luz solar y aprovechar su energía, mientras el sotobosque nos da pistas sobre cómo conectar dife-rentes elementos entre sí, en nuestro caso, estructu-ras y edificios. El suelo de la selva tropical nos muestra cómo tener una superficie permeable aprovechando el agua de lluvia y los nutrientes del suelo. Las raíces de contrafuerte dan pistas sobre cómo construir una base con cimientos fuertes”, manifestó Sofian en un evento TEDex que tuvo lugar en 2021. La lección de la selva. Para llevar a la práctica esa ob-servación de las condiciones del entorno, Sofian explica que, “en primer lugar, elevamos las plantas bajas de al-gunos edificios usando pilotes, permitiendo el paso del agua y el viento, la entrada de luz solar y la ventilación, generando un impacto mínimo en el suelo. Así, traba-jamos con la topografía y no en su contra. En segundo lugar, construimos un sistema de pasos elevados que conectan los edificios sobre la superficie y los comuni-can con nodos de transporte público. Creamos así un sistema ramificado que simplifica y agiliza los accesos y con ello, además, podemos asentar ‘ciudades de los 15 minutos’. Esta red de pasos elevados podría usarse en el futuro para instalar corredores integrados de infraes-tructuras y para el reparto inteligente de mercancías con nuevas tecnologías”. Aunque en principio se hablaba de que Nusantara estaría lista para acoger a sus habitantes en 2024, lo cierto es que la pandemia paralizó las obras y todavía no se ha fijado una fecha para su entrega. Eso sí, se es-pera que, en 2045, la nueva capital (que ocupará unas 180.000 hectáreas y cuya construcción se había presu-puestado en 33.000 millones de dólares) esté a pleno rendimiento. La ciudad sin nombre. A unos 50 kilómetros de El Cairo y a 60 del Canal de Suez, Egipto está construyendo su nueva capital administrativa (también conocida por las siglas NCA, dado que aún no tiene nombre oficial), con la que intenta descongestionar a la populosa capi-tal actual, en la que habitan 23 millones de almas. En 2015, el presidente Al-Sisi anunció la puesta en marcha de este proyecto, para el que se estimó un coste inicial aproximado de 45.000 millones de dólares. Las primeras maquetas presentadas mostraban una urbe inspirada en Dubái: un inmenso oasis en el desierto, de 730 kilóme-tros cuadrados de extensión y forma radial, que, según las autoridades egipcias, permitirá que se pueda ampliar en el futuro. Además de los edificios residenciales para acoger a los funcionarios que se trasladen a trabajar allí, NCA contará con un parlamento, un palacio residencial (algo apartado del centro) y una veintena de edificios minis-teriales cuya construcción avanza a buen ritmo, puesto que se prevé que la primera fase de las obras esté concluida en 2030. Asimismo, la ciudad se dotará con carreteras inteligentes, lagos artificiales, un parque tec-nológico, colegios, hospitales, mezquita y un gigantesco parque de atracciones que se mantendrá con energía eólica. También está prevista la construcción de un de-sarrollo urbano específico destinado al Ministerio de Defensa (el Octágono), que será independiente y auto-suficiente. Aunque esta nueva ciudad no contará con unas pirá-mides milenarias que asombren al mundo, sí que tendrá el obelisco más alto del mundo, con 1.000 metros, y la torre más alta de África (la Iconic Tower, diseñada por Dar al-Handasah Shair & Partners), con 385 metros de altura y 80 pisos, de los cuales 40 se destinarán a ofici-nas; 10 dedicados a hoteles de lujo y gran lujo, y el resto se reservarán para viviendas de alto standing, incluyendo un mirador para disfrutar de la panorámica del desierto. Por qué cambiar de capital. El traslado de los centros de poder y administración de un Estado de una ciudad a otra no es un fenómeno nuevo. En España, en 1561, el rey Felipe II decretó que Madrid sería la capital del reino, en detrimento de otras ciudades como Vallado-lid (sede de la corte en ocasiones) o Toledo, que, hasta ese momento, había centralizado los órganos de poder estatal. En la mayoría de los casos, este cambio viene moti-vado por el deseo de los gobernantes de evitar proble-mas sociales como la revuelta que tuvo lugar en Egipto en 2011 y que terminó con el gobierno de Hosni Mu-barak y la necesidad de descongestionar unas ciudades altamente pobladas y contaminadas. Eso sí, sea cual sea, la causa que determina una decisión de tanto calado, a la hora de plantear una nueva ciudad (sobre todo si va a ser el centro administrativo de un país), hay que tener en cuenta una serie de cuestiones fundamentales como la buena elección del lugar donde va a surgir el nuevo desarrollo urbano, que sea accesible para la mayoría de los ciudadanos (de ahí que muchos urbanistas planteen como lugar idóneo el centro geográfico del territorio al que va a dar servicio) o la garantía de poder disponer de agua potable para los habitantes. • © Adek Berry/AFP via Getty Images