cultura / Tiffany & Co. tranquea generando una amplia terraza, y un tercer piso destinado al servicio de atención al cliente, envuelto por la combinación de vidrios planos y curvos. Este nuevo “joyero” –que, por la noche, se ilumina con el azul Tiffany– reemplaza al espacio que se agregó en 1980 y que estaba destinado a oficinas, se basa, se-gún Shigematsu, “en las necesidades programáticas de la marca en evolución, un lugar de reunión que actúa como una contraparte contemporánea del icónico espa-cio a nivel del suelo y sus actividades. El volumen flota sobre una terraza existente, proporcionando una clara señal visual de un viaje vertical de diversas experiencias en todo el edificio”. Así, presenta una fachada de vidrio que ofrece una espectacular vista sobre Central Park. Esta nueva piel combina vidrio plano de baja emisividad (optimizando el rendimiento energético) y vidrio desplo-mado (estructuralmente más favorable y que requiere menos soporte vertical), creando un efecto de espejo que brinda privacidad desde exterior. Otro de los espacios más destacados de The Land-mark es la escultural escalera de caracol, que sirve de conexión desde el tercer al octavo piso, con balaustra- © Bettman /Getty Images. © Sherman/Three Lions/Getty Images Inspiración artística No hay más joyerías que puedan jactarse de protagonizar una novela de Truman Capote y pocas cuentan en su historia con exitosas películas que la han convertido en escenario de sus tramas. Porque, además de Desayuno con diamantes (título que recibió en España el filme dirigido por Blake Edwards en 1961, con Audrey Hepburn como estrella), ha sido plató de Sleepless in Seattle (Algo para recordar en España, con Meg Ryan y Tom Hanks, en 1993) o Sweet Home Alabama (estrenada en 2002 y con Reese Witherspoon encabezan-do el reparto). Y ninguna otra puede presumir de contar con piezas tan escandalosamente lujosas como el llamado Tiffany Diamond, un diamante amarillo descubierto en 1877 en las Minas Kimberley de Sudáfrica y que fue comprado por el fundador de Tiffany & Co., creando la reputación de la marca como una autoridad en lo que a diamantes se refiere. Lo lució Hepburn en la promoción de su película (no así en el rodaje, por cuestiones de segu-ridad); después, Lady Gaga en la ceremonia de los Óscar en 2019; Beyoncé también pudo sentirlo sobre su piel en la campaña About Love de la propia firma, mientras que Gal Gadot lo llevó en alguna secuencia de Muerte en el Nilo, en 2022. A pesar de estar valorado en unos 30 millones de dólares, el diamante no está a la venta. Eso sí, el común de los morta-les podemos soñar que es un poco nuestro al visitarlo en el número 610 de la Quinta Ave-nida, donde se exhibe como un reclamo turístico más. Ya se sabe, fantasear es gratis. Holly Golightly tenía toda la razón: en Tiffany, nada malo puede suceder… © FilmPublicityArchive/Getty Images