Gasolineras / cultura Gasolineras y arquitectura En ocasiones, las gasolineras pueden parecer construcciones impersonales, sin alma. Luga-res de tránsito a los que se acude por pura necesidad. Islas en medio de grandes exten-siones de asfalto y/o desierto, que evocan la soledad. Construcciones donde frecuentemente manda el hormigón, funcionales, sí, pero que muchos arquitectos han logrado transformar en auténticas obras maestras. La metamorfosis hasta lo que Sascha Friesike –pro-fesor de Digital Innovation Design en la Universidad de Berlín– denominó como “el encanto de las gasolineras” arrancó en 1888, aunque el primer lugar de la historia que suministró combustible fue una farmacia. Se encon-traba en Wiesloch (Alemania). Allí, aquel año, se detuvo Bertha Benz, esposa de Karl Benz –el ingeniero que se empeñó en crear el primer au-tomóvil impulsado por un motor de combustión interna–, para comprar ligroína, un tipo de pe-tróleo ligero que se usaba como combustible. Hubo que esperar a que des-pegara el siglo XX para ver la primera construcción diseñada específicamente para la venta de gasolina: en el número 420 de South Theresa Avenue, en St. Louis (Misuri, Estados Unidos), arrancó el novedoso negocio de las estaciones de servicio. Se trataba de un simple depósito instalado en plena acera, que provocaba algún que otro atasco cuando algún coche se paraba allí para repostar. Ya en los años veinte, cuando Estados Unidos estaba “saliendo de la era de los caballos y los carruajes”, como recuerda el in- símbolos de modernidad Estación de servicio en Cloquet (Minnesota) diseñada por Frank Lloyd Wrigth. En la página anterior, la futurista Helios House de Beverly Hills (California), diseñada por Office dA y Johnston Marklee Architects. © Forestland Photography/Getty Images