Aunque no haya sido una de las estacio-nes más transitadas por los viajeros, Canfranc sí puede lucir con orgullo el título de “la más bonita”. Inaugurada en 1928 por el rey Alfonso XIII, su aper-tura supuso una esperanza de acerca-miento a Europa. Pero ese esplendor no duró mucho. Los acontecimientos que marcaron la historia en la primera mitad del siglo XX tuvieron mucho que ver con el ocaso de este centro de comunicación situado en el valle de Los Arañones, en la comarca oscense de La Jacetania. La historia de Canfranc se empezó a escribir en 1853, cuando un grupo de próceres aragoneses vinculados a la Real Sociedad Económica de Amigos del País firmaron el manifiesto Los aragoneses a la nación española, en el que solicitaban la construcción de una línea ferroviaria que conectara Madrid y París a través del Pirineo aragonés. Acometer semejante empresa no era fácil y, 11 años des-pués, el Gobierno de España habilitó un crédito extraordi-nario de 20 millones de reales para realizar el estudio de una línea entre Zaragoza y Pau con paso por Canfranc. Línea autorizada. Con la aprobación, en 1882, de la ley que autorizaba la construc-ción de este ferrocarril, un proyecto que entusiasmaba al rey Alfonso XII pero que no llegaría a ver concluido, se daba el primer paso para la fu-tura construcción de un edifi- edificios con historia / Canfranc Materiales modernos En la estación de Canfranc se utilizó hormigón armado para levantar su estructura, un material que provocó un importante incremento del coste de la construcción. © elmundodepeapa/Getty Images