destinado a dar servicio a los pasajeros y las compañías operadoras de la línea ferroviaria, presenta un desarro-llo longitudinal, articulado en cinco cuerpos, estando el central y los laterales adelantados y más elevados. En el exterior, las fachadas se ejecutan según un es-tilo ecléctico que recuerda a los palacios franceses del siglo XIX, combinando el hormigón armado con el uso de piedra, cristal y hierro –materiales que caracterizan la ar-quitectura industrial que se practicaba en ese momento–, ofreciendo un juego cromático que se completa con la incorporación de la pizarra en las cubiertas. Como dato curioso de la fachada, hay que destacar que en ella nunca se colocó un reloj, aunque estaba previsto en el proyecto original y se realizó la hornacina donde debía situarse. El primer piso está abierto a los andenes, cubiertos por una marquesina sostenida por columnas y pilares metáli-cos, sobre la que se levanta el segundo piso, abierto por vanos de medio punto en los cuerpos adelantados y por vanos adintelados en los que están retranqueados. Los tejados de estos últimos cuerpos son en mansarda. En el interior, bajo la cúpula central de fundición, se sitúa el gran vestíbulo, decorado al más puro estilo art déco –con profusión de madera, pilastras adosadas, y edificios con historia / Canfranc icono cultural © AHF-MFM/Francisco de las Heras Icono cultural Muchos autores han encontrado en la estación de Canfranc el mejor argumento para sus obras literarias. A las librerías han llegado títulos como Canfranc, el mito (ed. Pirineum), un libro colectivo que aborda la historia del ferrocarril internacional pirenaico desde los orígenes de su gestación hasta la rotura del puente de L’Estanguet. También Alfonso Marco propone un nostálgico paseo por la historia de la estación y los trenes que por ella circularon en El Canfranc: historia de un tren de leyenda (ed. Doce Robles). En Volver a Canfranc (ed. Planeta), Rosario Raro presenta una historia de amor con la que narra cómo miles de ciudadanos judíos lograron salvar su vida al cruzar este paso fronterizo. Canfranc, la última frontera, de Rafael González Martínez (ed. Círculo Rojo), es un relato de ficción marcado por las tramas de espionaje que tenían lugar en la estación, al igual que Canfranc, última estación, de Javier Fernández Delgado (obra autopublicada), donde se plantea un escenario donde nadie es lo parece ser. Por su parte, José Luis Galar centra el argumento de La frontera dormida (ed. Destino) en el tráfico de las obras de arte que expoliaron los nazis y que pasaron por aquí. También el mundo audiovisual ha caído rendido ante el encanto de esta estación que ha acogido rodajes como el del famoso anuncio de la Lotería de Navidad, en el que un caballero calvo repartía la suerte al ritmo del vals compuesto para la película Doctor Zhivago.