moléculas de gas del aire limpio y con las partículas en suspensión, tipo aerosoles. Son dos procesos físicos dis- tintos, según el tamaño de la partícula. La interacción con las moléculas de gas (oxígeno y ni- trógeno) –que tienen una longitud de onda mucho más pequeña que la luz visible– produce el esparcimiento de Rayleigh, cuya intensidad es inversamente propor- cional a la cuarta potencia de la longitud de onda. Así, la luz azul se dispersa hasta cuatro veces más que la roja, y hasta 13 veces más la ultravioleta que la roja. Por eso el cielo es azul (1) . Y por eso, las fuentes de luz de color blanco de las instalaciones de alumbrado exterior tienen un alto componente en color azul (con longitudes de onda por debajo de los 500 nm), siendo las que más contaminan. Además, nuestro ritmo circadiano es más sensible a este color de luz, al igual que la biodiversidad nocturna. Por otro lado, cuando la luz visible in- teractúa con las partículas en suspensión, aproximadamente de la misma longitud de onda que la luz visible, se produce el es- parcimiento de Mie, que es inversamente proporcional a la longitud de onda, por lo que el color de la luz apenas afecta, pero sí la dirección de propagación, ya que es- tas partículas esparcen principalmente la luz hacia delante y en direcciones prefe- rentemente alineadas a lo largo de la di- rección de propagación original. (1) A ras del cielo. David Galadí-Enríquez (Ediciones Akal) Contaminación lumínica en un espacio protegido. Medición con cámara All-Sky (Foto: Susana Malón) Pruebas de aplicación de un prototipo de captura–light para capturar la luz y evitar la dispersión de la luz fuera de la superficie a iluminar.