pROcesos y materiales Durante este periodo, la ciencia ficción ha generado muchas y muy diferentes distopías. Desde HAL en la película 2001: Una odisea del espacio, de 1968, que re- fleja que la humanidad reside en la inteligencia, hasta la distópica Blade Runner, de 1982 con los replicantes y su premisa de si un ser construido puede considerarse una persona, como se plantea en la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? , publicada por primera vez en 1968. En este contexto, podríamos perder de vista el pa- norama general. En solo veinte años, los avances tecno- lógicos, asistentes, plataformas y herramientas han sido introducidos mediante ingeniería social, imitando la capa- cidad de acción humana. Las máquinas y los algoritmos perciben aquello que el ojo humano no ve, escuchan lo que el oído no oye, predicen y deducen donde el cono- cimiento no llega y analizan lo que la mente no puede procesar; sin embargo, aunque las máquinas no tienen emociones, intuición, prejuicios o sentido autocrítico, sí poseen sesgos. Toda programa- ción, deducción o predicción con- tiene los sesgos impuestos por los diseñadores de algoritmos, lo cual afecta los resultados, como los im- puestos en los dilemas éticos en- frentados y disociados por coches autónomos. Además, carecen de libre albedrío, cuyas decisiones se basan en deseos o caprichos, una capacidad aún inaccesible para la inteligencia artificial y solo accesi- ble por la humana; lo hice porque me dio la gana y podía. Rápida evolución. A lo largo de es- tos tres años, desde un punto de vista técnico, estamos a punto de iniciar un significativo cambio en las herramientas disponibles para La coexistencia entre lo ana- lógico y lo digi- tal ha causa- do duplicidad de procesos y pla- taformas, au- mentando pla- zos, inseguridad jurídica y fiscalización excesiva