edificios con historia / Expo 92 la cartuja empresarial Contemporáneo (CAAC) y el Instituto Andaluz del Patri-monio Histórico. El pabellón de la Navegación alberga la exposición permanente Sevilla y la navegación atlántica. En el que se conocía como pabellón del Futuro, con su repro-ducción del cohete Arianne 4 (que se mantiene), están las instalaciones del Archivo General de Andalucía, donde se almacena la documentación generada por la Junta de Andalucía; y el de la Naturaleza es sede del consulado de Marruecos en la ciudad. Las plazas de África y América, que fueron pabellones colectivos de diferentes países de esos continentes, se han convertido en sedes de organismos andaluces y en la Escuela Superior de Ingeniería, respectivamente. En la primera tienen sede la Confederación de Empresarios An-daluces (CEA), la Asociación de Trabajadores Autónomos de Andalucía y el Centro Oficial de Formación Profesional. Fundaciones y empresas. Uno de los pabellones estrella fue el de Marruecos. Su nombre actual es el de edificio Hassan II y es sede de la Fundación Tres Culturas del Me-diterráneo. Esta espectacular construcción, que lleva la firma del arquitecto francés Michel Pinseau, se dedica a actividades culturales y de divulgación. El de Kuwait, de Santiago Calatrava, hoy es la sede de la Agencia de Medio Ambiente y Agua de la Junta de Andalucía y del Infoca, dedicado a la defensa contra los incendios forestales. El de Canadá, uno de los más visita-dos por su cine Imax –en aquellos tiempos, una avanzadi-lla tecnológica–, es la sede de la Escuela de Organización Industrial (EOI), y el salón de proyecciones es el actual Auditorio Nissan Cartuja. Otra de las atracciones de la Expo 92 fue el gran acua-rio del pabellón de Mónaco. Donado por el Principado en 1993, ahora es la Estación de Ecología Acuática, depen-diente de la Empresa Metropolitana de Abastecimiento y Saneamiento de Aguas de Sevilla (Emasesa). Donde se levantaron los pabellones de Rusia y Venezuela está el Centro de Innovación Tecnológica del Espectáculo (CITE), conocido como el Cartuja Center CITE, un centro cultural y de convenciones diseñado por el arquitecto Santiago Fajardo, con capacidad para 2.000 personas. El edificio de Finlandia es la sede de la Fundación para la Investigación y Difusión de la Arquitectura (Fidas); el de Francia, conocido como El cubo, es un centro de crowd-working de Andalucía Open Future, igual que el de Corea, que lo utiliza una empresa tecnológica; el de Portugal al-berga a la Agencia Andaluza de la Energía, y el de Italia, a diferentes empresas tecnológicas. El de Nueva Zelanda es el Instituto de Estadística y Cartografía Andaluz (IECA), y en el que fuera de Cuba tiene sus oficinas la empresa Verificaciones Industriales de Andalucía. El Sillicon Valley andaluz. Otros símbolos reutilizados e incluidos en ese catálogo son el World Trade Center (WTC), que alberga oficinas; la Torre Triana, edificio de la Junta de Andalucía inspirado en el castillo de Sant’Angelo de Roma, y la Torre Schindler (en el Pabellón de la Navega-ción), que cuenta con una de las mejores vistas panorámi-cas de la ciudad. Todas estas infraestructuras forman parte del Parque Científico y Tecnológico Cartuja, que tuvo su origen en el Proyecto Cartuja 93, un espacio donde crear un polo de conocimiento y nuevas tecnologías. “Es un lu-gar de gran potencialidad”, describe Rafael Ruiz, “el parque está al 90% de su uso, lo que ocurre es que hay zonas que no tienen el mantenimiento adecuado y dan la sensación de abandono”. El presidente de Legado Expo explica que “esta situación se debe a que hay muchas administraciones implicadas. En el barrio no vive nadie, no hay votos y, por lo tanto, no hay rentabilidad política ni electoral”. Y añade un ítem más: “La falta de civismo de la ciudadanía”, que cubre la zona con una halo de dejadez. Sin actividad. Los únicos pabellones que están inactivos son Turquía (en estado de abandono), Hungría (comprado recientemente por la empresa cordobesa Magtel para su restauración) y Chile, que se encuentra libre a la espera de nuevo inquilino o comprador si apuesta por adquirirlo. To-dos los edificios se encuentran incluidos en un catálogo de protección de ese patrimonio del Ayuntamiento de Sevilla, gracias al cual no se podrá hacer uso de la piqueta. Esto es resultado de movimientos ciudadanos que neutralizaron, en su momento, las acciones que querían modificar y cam-biar lo que fue este punto de encuentro internacional. Usos fuera de Sevilla. De los pabellones de las comuni-dades autónomas, solo tres han sido reutilizados fuera de la capital hispalense, adaptándolos a las nuevas normati-vas de seguridad y habitabilidad. El de Asturias (premio FAD 1990) es parte del Museo del Pueblo de Asturias en Gijón; el de Galicia, en Santiago, es, desde 2018, la sede de la Agencia Gallega de la Industria Forestal, y el de Aragón, en Zaragoza, pertenece a la Confederación de Empresarios de Aragón. Por su parte, el pabellón de Andalucía es ahora la sede de Canal Sur. En la actualidad, las actuaciones se centran en la re-ordenación de los accesos, la mejora de los espacios pú-blicos, evitar los aparcamientos ilegales, llevar a cabo proyectos más ecológicos y sostenibles, descarbonizar esta área y lograr que la Isla de la Cartuja forme parte de los atractivos turísticos de Sevilla. En pocas palabras: poner orden en los territorios de Curro, la mascota de una Expo inolvidable. • La Cartuja empresarial La Cartuja es uno de los centros de negocios de Sevilla. Los ecos de los fastos de la gran muestra reposan en la memoria. Ahora aquel escenario es un parque científico y tecnológico (PCT) con 536 empresas, startups, centros formativos y de investigación, que facturan anualmente casi 3.000 millones de euros, lo que significan un 5% del PIB de Sevilla y el 2% del PIB autonómico. Cada día acuden a trabajar 23.000 empleados, a los que hay que sumar los 10.000 estudiantes que afrontan sus carreras en las facultades que la Universidad de Sevilla tiene en este espacio. © Wilfried Wirth/Getty Images