mos a la montea también pueden observarse una serie de cuatro círculos intersectantes de pequeño tamaño. ¿Quizás sea el único documento gráfico que conservamos realizado por Guillen de Rohan? Destaca también la cantidad de símbolos o marcas de cantero existentes, tanto en el interior como en el exte-rior de la capilla, los cuales nos dan una idea de las cua-drillas de canteros que tallaron dichas piedras, estando estos al menos durante el primer año de construcción a las órdenes de nuestro enigmático personaje. No sabemos el estado de la construcción de la capilla cuando falleció Guillén de Rohan, pero lo que sí podemos aseverar es que la traza, la definición de la cimentación y primeros muros, así como la cripta se debió ejecutar bajo sus órdenes. Se puede observar que, en el centro de la capilla, hay un acceso cubierto con dos enormes piedras rematadas por sendas argollas, por el cual, bajando unas escaleritas (según indican restauradores de Patrimonio Nacional) se accede a una bifurcación donde se encuen-tran tallados en piedra dos escudos y que dan entrada a unas pequeñísimas estancias, donde deberían reposar los restos del contador, su mujer (Elvira de Azebedo), su hijo (Pedro Vélez de Guevara) y una dama de la que hay ciertas discrepancias entre la infanta Beatriz de Castilla o Beatriz de Bobadilla. Lo que sí es cierto, y también lo indica Beatriz Alonso, es que se observa un cambio de aparejo en el sillar a la altura más o menos en la que se encuentran los restos de la placa, lo que nos hace deducir que esta se ubicó en el muro cuando falleció el maestro Guillén, el cual quizás esté enterrado, según la tradición, bajo los muros exte-riores de la capilla. Todavía están por resolver cantidad de preguntas en relación a Guillén de Rohan y a su figura, pero lo que no se puede poner en duda es el reconocimiento que obtuvo de su obra o su figura por parte del contador, Fernán Gó-mez de Saldaña, hace más de 590 años. Es por ello que todos los que somos Aparejadores/Arquitectos Técnicos y ahora Ingenieros de Edificación estamos en la obliga-ción de sentirnos igual de orgullosos que Fernán Gómez de Saldaña lo estuvo de su Apareiador para ponerle una placa en el exterior de su capilla. Somos una profesión reconocida desde aquel entonces, somos una profesión necesaria y hemos demostrado a la sociedad el valor que nuestra figura tiene en el proceso constructivo, sabemos adaptarnos (lo que ahora se dice resiliente) y, lo que es más importante, tenemos vocación de servir. Por eso, cuando te pregunten ¿a qué te dedicas? de-berías decir con orgullo que eres Aparejador y que ya hace casi 600 años la profesión estaba bien reconocida y valorada, pero es ahora cuando nosotros tenemos la obligación de no manchar nuestro nombre y seguir dando lo mejor de nosotros mismos, como hizo nuestro antepa-sado Guillén, y quizás también sea una buena excusa ha-cer una escapada a Tordesillas y descubrir las maravillas que esa ciudad posee, además de visitar el monasterio de Santa Clara, conocer la capilla de los Saldaña, quedarte maravillado con lo que allí se hizo, descubrir la montea y buscar las marcas de los canteros que están tanto en el interior como en el exterior, porque en ellas reposa parte de nuestra historia, un viaje documentado a nuestro pa-sado. Agradecimientos: Patrimonio Nacional, Jerónimo Alonso y José Luis Sainz. • todos los que somos Aparejadores/ Arquitectos Técnicos y ahora Ingenieros de Edificación estamos en la obligación de sentirnos igual de orgullosos que Don Fernán Gómez de Saldaña lo estuvo de su ‘apareiador’ © Patrimonio nacional CGATE / pROFESIÓN