© Lisa Sheridan/Studio Lisa/Hulton Archive/Getty Images Chimeneas / cultura Al calor de la caverna. En el principio fue el fuego. Ese elemento que sedujo a Prometeo y que hizo sentirse a los prehistóricos como los reyes de la creación al procurarles calor y luz, permitirles preparar sus alimentos y, además, ahuyentar a las fieras que los acechaban. Aún quedaba mucho para inventar las chimeneas tal y como hoy las co-nocemos, claro, pero en aquellos fuegos antediluvianos ya se advertían piedras dispuestas para sujetar los troncos encendidos y algún tipo de salida fácil para no ahumar la caverna, como puede apreciarse en la cueva rupestre de Puente Viesgo, con sus chimeneas kársticas. Griegos y romanos tampoco caldeaban sus estancias con lares como el que vio nacer a Frankenstein; lo hacían mediante el hypocastium, cámaras de aire caliente bajo el pavimento o dispuestas por las paredes, también me-diante huecos excavados en el suelo, aunque los historia- Hoy, todas las chimeneas que se fabrican deben ser cerradas para mejorar su rendimiento energético rincón inspirador La princesa Isabel leyendo un libro junto al hogar en Buckingham Palace, 1946.