El agua existente en el terreno sobre el que se asienta la iglesia asciende a través de los conductos capilares de muros y pilastras, llegando a una altura media de, aproxi-madamente, 1,50 m. Junto al agua, son arrastradas sales del subsuelo o del propio material que compone el muro, cristalizando al evaporarse aquella. Tras las reformas, el revestimiento de mortero rico en cemento y el zócalo de mármol colocado impedían que el muro se airee, pro-vocándose una continua descarbonatación interior. Los basamentos pétreos de las pilastras se encontraban de-teriorados debido a esta humedad de ascensión capilar. Las bóvedas que cubren el templo son, en su mayoría, tabicadas, formadas por dos roscas de ladrillo macizo, siendo encamonadas –es decir, formadas por un armazón de costillaje de madera cerrado por un trenzado de cañas clavado al mismo y revestido con yeso en su interior– las de algunas capillas y la de la sacristía. Presentaban fisuras, polvo y suciedad acumulada. Las decoraciones están reali-zadas en yeso (molduras) y estuco de yeso (altos relieves), y sobredorada con pan de oro en las bóvedas de nave central, presbiterio, crucero y brazos del crucero, aunque REHABILITACIÓN / Iglesia antes de iniciar los trabajos se REALIZÓ un LEVANTAMIENTO planimétrico y una exploración del SUBSUELO con georradar