Chimeneas / cultura del que se dejaba una salida de humo, se construyeron en Francia y fueron conquistando países vecinos, como España, donde en el siglo XII encontramos ejemplos como la del palacio arzobispal de Santiago de Compostela. Al mismo tiempo, se pusieron de moda en los grandes edi-ficios monásticos (especialmente los pertenecientes a la orden del Císter) chimeneas construidas en el centro de una estancia, cuya bóveda presentaba una abertura en la parte central para dar salida al humo. Y la chimenea se convirtió en ornamento. Poco a poco, desde el siglo XIII al XV, las chimeneas murales van cam-biando su aspecto: el hogar se protege por una campana sostenida por muretes, como vemos en la Sala de los Ca-balleros de la abadía normanda de Mont Saint-Michel. Su función era recoger mejor el humo, pero también permitía alejar del muro los leños encendidos, con lo que se pro-curaba a la estancia más luz y más calor. Los arquitectos y artistas, en especial en el Renacimiento, vieron que esas modificaciones abrían infinitas posibilidades ornamenta-les, como decorar el frontal con emblemas o blasones, las arte y fuego Pintura de Santiago Rusiñol y la diseñadora de moda italiana Elsa Schiaparelli. © Fine Art Images/Heritage Images/Getty Images © Sasha/Hulton Archive/Getty Images