tiempo de búsqueda de soluciones prácticas y funcio- nales antes que estéticas. De ahí que, ante la escasez de materiales, arquitectos y constructores se fijen en el hormigón, un material económico y de fácil aplica- ción, con unas propiedades resistentes singulares, que se empleó en infraestructuras de todo tipo durante el periodo de entreguerras. Así, el hormigón pasa a ser el elemento favorito de los grandes nombres de la ar- quitectura mundial, y comienzan a utilizar la expresión béton brut (término francés de hormigón en bruto) para calificar los edificios que proyectan, a los que conside- ran “herederos del movimiento moderno”, y con los que abogan por una arquitectura adaptada a los contextos sociales, culturales y urbanos. Según los estudiosos, tras este movimiento se en- cuentran una serie de principios como la transparencia en la construcción (el público debe saber claramente el modo y la forma en la que se construye), la funcionali- dad (estas edificaciones deben satisfacer las necesidades de los usuarios), la accesibilidad y la integración social (los nuevos inmuebles, sobre todo los destinados a vi- viendas, deben estar al alcance de todos), y la conexión © Construction Photography/Avalon/Getty Images Edificio Walden 7 (Sant Just Desvern, Barcelona), de Ricardo Bo fi ll. © Anastasiia Kharitonova/Getty Images Centro Científico Estatal Ruso de Robótica, en San Petersburgo.