cultura / Sillas S i hubiera que elegir un enser que, de la ma- nera más precisa, pudiera inventariar la suce- sión del tiempo, el progreso y, de igual forma, lograra definir la esencia y las ambiciones hu- manas, el dilema se acabaría fácilmente: la silla. Y lo hace desde que, ya en el Neolítico, a la vez que surgieron las primeras ciudades, los humanos pensaron en construir –inicialmente en Skara Brae, un poblado de la bahía escocesa de Skaill– unos simples asientos de piedra (lo primero que tenían a su alcance, claro) con los que pudieran sentir que se elevaban unos pocos centímetros por encima del suelo. Asientos que, con los años, se fueron curvando, si- guiendo unos incipientes criterios ergonómicos, como sucedió en la antigua Grecia gracias a la clásica silla Klis- mos; que, en pleno Medievo, se convirtieron en tronos con los que dejar bien claro quién mandaba allí. Y que, con el Renacimiento, consiguieron entrar por las puer- tas de los hogares de la aristocracia y los comerciantes antes que en las casas del resto. Naturaleza humana. La silla es el mueble que más y me- jor ha acompañado el devenir de la humanidad. Quizás porque, como diría Elizabeth Wilhide –escritora esta- dounidense y autora de libros sobre diseño, decoración y arquitectura, como How to Design a Chair (Ed. Gustavo Gili)–, “tiene cierta presencia humana”. Incluso si se trata de asientos incómodos que buscan comodidad, parafra- seando al artista y diseñador italiano Bruno Munari, o si sirvieran hasta “para sentarse, pero con una sola condi- ción, que nos sentemos mal”, como categorizaba Dalí. Sí, artistas y diseñadores han traducido las aspira- ciones humanas en torno a una silla. Aunque para los arquitectos el reto ha ido un poco más allá. Lo refleja a la perfección el arquitecto británico-ghanés David Adjaye: “Es un auténtico lujo ser capaz de manipular y esculpir a escala completa, a medida que se avanza en el proyecto. Con los edificios, eso no lo puedes hacer”. Así, al menos, lo aseguraba en la entrevista que la historiadora de arte Silla Wiggle, realizada por Frank Gehry en cartón. © Vitra EVOLUCIÓN en las formas De los primeros asientos de piedra hasta la otomana (abajo, derecha), la silla ha visto cómo variaban sus formas. Ejemplo de esto es la silla griega (a la derecha). © Quagga Media / Alamy Stock Photo