que otro efecto dramático, como el que el mismo Mackintosh imprimió, en 1902, con la silla Hill House, realizada en nogal y todo un icono del diseño industrial. Cronista de los tiempos. “La silla es el objeto más veces diseñado de la era mo- derna. Y, sin embargo, es también el que más se sigue diseñando”. Lo advertía la historiadora de arte Anatxu Zabalbeascoa, en el libro Chairs. Historia de la silla (Ed. Gustavo Gili). La explicación podría en- contrarse en las palabras de Pablo López, arquitecto senior de AGi Architects, quien, en el blog de este estudio de arquitectura hispano-kuwaití, escribió: “Más allá del in- terés como objeto de puro diseño, la silla ha sido un ejercicio recurrente en la arquitectura como elemento anticipador de las propuestas a mayor escala y de los interiores del futuro”. Un hecho que considera, además, como “termómetro de un momento arquitectónico”. Y de muchos momen- tos históricos que se suceden, sobre todo, a partir de la Primera Guerra Mundial. Fue entonces cuando estalló el modernismo y arrancó el diseño de muebles con una incipiente producción en masa en mente. En ese largo recorrido posbélico, la primera parada se sitúa en la Bauhaus, la escuela alemana de arqui- tectura, diseño, artesanía y arte fundada en 1919 en Weimar (Alemania) por Walter Gropius. Precisamente, en el pabellón de la República de Weimar de la Expo- sición Universal de Barcelona de 1929, se mostró el considerado como uno de los muebles más famosos del siglo XX: la silla Barcelona, creada conjuntamente por la diseñadora berlinesa Lilly Reich y el arquitecto alemán nacionalizado estadounidense Mies van der Rohe, que tenía como consigna aquello de less is more (menos es más). Funcionalidad, acero tubular, cuero y madera con- trachapada fueron los hilos que guiaron el quehacer de Diseños para “la familia modesta” © Elizabeth Whiting Silla 7, de Arne Jacobsen. © DeAgostini/Getty Images Silla Hill, de Mackintosh. © Bailey-Cooper Photography / Alamy Stock Photo Silla Eames. © Vittorio Zunino Celotto/Getty Images Silla Swan, de Arne Jacobsen. © Nasjonalmuseet for kunst, arkitektur og design, CC BY 4.0 Silla Whisbone, diseñada por Hans J. Wegner. © Vitra Silla otomana de Eames. © Mondadori Portfolio/Getty Images Trono acolchado del Palacio Real de Génova (Italia). Diseños para “la familia modesta” Las reflexiones de los arquitectos sobre las sillas (y el mobiliario) no se han limitado al diseño o los materiales. “Deben ser desmontables y ligeros, pues hoy los muebles viajan, no con sus propietarios, sino embalados (…). Deben ser limpios y de trazado sencillo (…) pues el hombre necesita un ambiente sedante. Deben ser poco voluminosos, aunque confortables, pues las casas son pequeñas y se llenan con poca cosa, y hoy no se trata de adornar, sino de decorar”. De esta forma se expresaba, en 1963 en la revista Temas de Arquitectura, el arquitecto español Alberto López-Asiain. Junto con su hermano, Carlos, se preocuparon por “crear un mueble español actual y útil para su fabricación en serie y, al mismo tiempo, agradable para el usuario, en este caso, la familia modesta”. Siguiendo este argumento concibieron, por ejemplo, sillas con respaldo tapizado en piel con ca-pitoné. Pero no solo eso. También se convirtieron en representantes del que, entre los años cincuenta y setenta del siglo pasado, fue uno de los laboratorios más importantes del diseño de mobiliario doméstico en España. Su centro, Madrid, y ahí se incluyó el tra-bajo también de Rafael Moneo, Enrique Nuere, Aurelio Biosca o Miguel Fisac, con su ya clásica silla Toro.