para siempre las barreras arquitectónicas de los edificios históricos. Pero, para ello, no es aceptable sacrificar ele-mentos de valor patrimonial, ya sea material –muros, es-caleras, portadas, obras de arte, etc.–, o inmaterial, como perspectivas, recorridos, espacios que han acogido tradicio-nes o hechos históricos, etc. Algunos resultados obtenidos al suprimir las barreras a la movilidad con estructuras des-montables no han sido satisfactorios, ya que no se han inte-grado bien con el carácter de los edificios e, incluso, se han deteriorado pronto, pese a que la accesibilidad debe quedar resuelta definitivamente. Considero más adecuado hacerlo aportando piezas contemporáneas permanentes, aunque siempre reversibles que, sin dañar los valores patrimoniales de esos inmuebles, sean coherentes con su tipología y se in-tegren en ellos sin mimetismos, gracias a su trazado, mate-riales y calidad constructiva. Otro tipo de barreras como las visuales o auditivas pueden reducirse con recursos como el tratamiento de los pavimentos y la instalación de elementos táctiles y tecnológicos. En el caso en que sea imposible cumplir con lo dispuesto en la normativa técnica de aplicación sobre accesibilidad, ¿qué puede hacerse? M. A. F. M.: Revisar la normativa en general reduciendo los enormes excesos existentes, y dejando a criterio discrecional de los profesionales la solución ad hoc. Los expertos consul-tados insisten en que no se trata tanto de regular más, sino de regular mejor (y menos); pero para ello, y para que los profesionales puedan trabajar con seguridad, previamente hay que hacer un enorme esfuerzo de clarificar las condicio-nes y objetivos que se pretenden alcanzar en cada caso. La accesibilidad universal e integral para el caso que pregun-táis no puede ni debe ser generalizable y en abstracto. En general, será un aspecto concreto o unos pocos los que no se puedan cumplir. Que justificadamente podrían dar lugar a permitir ser eximidos de cumplimiento. La normativa de accesibilidad no lo contempla. En cualquier caso, siempre podremos buscar el itinerario alternativo, concepto que, en Patrimonio y de una forma general, es la única solución, es-tudiando el más adecuado al caso concreto. C. F. H.: En la sociedad actual, con los conocimientos que tenemos y los medios de que disponemos, decir que algo es imposible no tiene sentido, podrá ser muy difícil, pero nunca imposible. Intervenir en el patrimonio histórico obliga a ser creativo y respetuoso, hay que conocer las necesidades de las personas y también la naturaleza del lugar. Se pueden considerar los ajustes razonables y las soluciones alternati-vas, el propio CTE permite, cuando se trate de obras en edi-ficios existentes, aplicar la cláusula de flexibilidad del apar-tado III Criterios generales de aplicación, de la Introducción del DBSUA, y tenemos como aliado las nuevas tecnologías. J. A. A. C.: Se debe intentar garantizar la accesibilidad a todo el monumento y, si esto no fuera posible, la instalación de audiovisuales, maquetas o paneles explicativos pueden ayudar a completar la visita al monumento. A. B. C.: Te diría que cambiar de técnico proyectista, aun-que ¿es posible que estemos ante un problema sin solu-ción? Creo que los problemas sin solución solo existen tem-poralmente. Antes o después se encuentra la solución. Es cuestión de empeño, a veces de tecnología, pero siempre es posible encontrar una solución que permita a todas las personas recibir las emociones que con la arquitectura que-remos transmitir. J. L. Q. G.: La normativa de accesibilidad no es de aplicación o se puede aplicar de forma restringida cuando las interven-ciones necesarias para lograr la accesibilidad de un edificio o espacio protegido van a dañar sus valores patrimoniales. Esos casos ponen de manifiesto la importancia de analizar cuidadosamente la asignación de usos a los diferentes es-pacios de los edificios históricos desde las etapas más tem-pranas del desarrollo de los proyectos de intervención, así como la de hacerlo de forma coherente con su tipología, con su traza y con las limitaciones que pueda establecer la protección de sus valores patrimoniales. Por otro lado, si el valor patrimonial de una zona que no puede hacerse acce-sible lo justifica, se puede divulgar en la web y mediante pu-blicaciones diversas, así como exponerse en algún espacio del mismo edificio o cercano a él, con maquetas, reproduc-ciones y otros recursos audiovisuales. ¿Cuáles son las intervenciones arquitectónicas más fáciles para hacer accesible un edificio con protección patrimonial? A. B. C.: Normalmente, los accesos exteriores siempre tienen una solución más o menos fácil. Los pavimentos inadecua-dos, la señalización, información y orientación en el espacio también pueden resolverse sin grandes inversiones. Existen soluciones tecnológicas que permiten que cualquier perso-na pueda conocer cómo es el espacio, recibir esas emocio-nes, empleando medios audiovisuales, realidad virtual e, incluso, la construcción de réplicas tal y como se hace en el caso de cuevas y otros elementos en los que la presencia de visitantes supone un peligro para la conservación. J. A. A. C.: En cuanto a la movilidad, los cambios de nivel o escaleras entre estancias son de fácil resolución mediante rampas o salvaescaleras. Sin embargo, habitaciones con an-chura reducida, pasos angostos o escaleras de caracol pre-sentan difícil resolución. M. A. F. M.: Las de tipo pasivo, sin alardes tecnológicos, pero también sin excesos miméticos si no están bien justificados; y, desde luego, aquellas que mejor entiendan la lógica for-mal y constructiva de esos edificios. A veces requerirán so-luciones miméticas y, en la mayoría de los casos, deberán proceder a reinterpretar determinados aspectos –formales y constructivos– de la zona o elemento en el que se actúe. Normalmente, cuanto mayor sea la calidad del edificio pro-tegido, más fácil suele ser proyectar este tipo de actuacio-nes, ya que nos facilitan más información en la que apoyar-nos. En general, todos coinciden en ninguna, salvo que pre-tendamos parchear. Nunca resulta fácil. Muy al contrario, rampas y ascensores suelen causar un impacto estético y funcional muy determinante. C. F. H.: Las cuestiones principales para considerar un edi-ficio patrimonial accesible son: poder llegar a la edificación que se desee sin sobreesfuerzos; acceder al interior; hacer uso de las instalaciones y servicios que se prestan en di-chas edificaciones, con comodidad y seguridad; salir de las mismas en situaciones de emergencia y poder volver para disfrutar de la propia construcción y de las actividades que se ofrecen. J. L. Q. G.: La facilidad y la dificultad no dependen del tipo de intervención, sino de su contexto. Así, las características concretas de un espacio pueden dificultar una solución que, en otro, incluso en el mismo edificio, puede aplicarse con facilidad. ¿Son muchos los elementos patrimoniales no accesibles? J. L. Q. G.: Sí, porque la accesibilidad solo se ha valorado re-cientemente, y hasta ese momento y a lo largo de los siglos, se han levantado innumerables edificios, con elementos in-accesibles según los criterios actuales, que forman parte del patrimonio cultural de todo el mundo. Solo en España podemos contarlos por miles: campanarios, cúpulas, linter-nas, bóvedas, presbiterios elevados, camarines, escalina-tas, escaleras de caracol, coros, órganos, triforios, galerías altas de claustros, cámaras de cubiertas, criptas, aljibes, to-rres de castillos y de vigilancia de costa, pasos de ronda de murallas, calabozos, etc. La no accesibilidad es intrínseca a muchas construcciones históricas y, de hecho, muchos de esos elementos han tenido siempre, y siguen teniendo, un acceso difícil incluso para las personas sin problemas de movilidad. A. B. C.: Sí. Pero seguramente no muchos más que los no patrimoniales. Realmente, son muchos los elementos no ac-cesibles. Tenemos la fortuna de estar en un país en el que disponemos de una normativa muy avanzada. Podemos es-tar orgullosos de que España es uno de los países en los que otros miran a la hora de redactar sus normativas de accesibilidad, pero, como en tantos otros aspectos, también estamos en un país en el que el cumplimiento de la norma-tiva suele dejar mucho que desear. No me cabe duda de que poco a poco, y con la ayuda de todos, iremos avanzando por el camino de cumplir la norma y perfeccionar esta. Aun así, quiero insistir en el concepto de la funcionalidad del espacio. Una cripta en un monasterio es un espacio dise-ñado para el descanso eterno de los restos mortales de las personas. Muy probablemente no fue proyectado para ser un reclamo turístico o para recibir visitas en masa. Cuando realizamos el cambio de uso, nos tenemos que plantear si estamos dispuestos a realizar las modificaciones necesarias para que ese acceso, esa visita sea realizada en condiciones de confort y seguridad para las personas. Desde mi punto de vista, si esto no se puede realizar en esas condiciones, no se debe cambiar ese uso. La seguridad de utilización del espacio arquitectónico es primordial y si un espacio no es accesible, no es seguro para todas las personas. M. A. F. M.: Cuantitativamente, no se tienen datos del al-cance real de este problema. Ya que todo depende de hasta dónde queramos llevar el alcance práctico de lo que enten-demos por accesibilidad, más allá de una interpretación ri-gorista y miope de la normativa. En principio, la mayor par-te de estos edificios tienen alguna dificultad de acceso –en sentido general– a alguno de sus elementos, entre otras co-sas porque no se proyectaron con esta perspectiva. En este sentido, parece que sería fundamental acometer la reali-zación de un registro específico sobre este aspecto, pero valorando adecuadamente cuál es el grado de accesibilidad exigible en cada caso, su viabilidad real y su alcance. A lo mejor llegamos a la conclusión de que, en muchos casos, no es tan necesario porque podemos solucionarlo de manera más sencilla. El denominador común por parte de los con-sultados es que los elementos patrimoniales no accesibles son, a día de hoy, la inmensa mayoría, prácticamente todos. C. F. H.: España es un país muy rico en elementos patrimo-niales y eso hace difícil y costoso su intervención. El Real Decreto Legislativo 1/2013 establecía que la fecha límite para que todos los entornos, productos y servicios fueran accesibles para todas las personas era el 4 de diciembre de 2017. Esta fecha ha pasado y aún queda mucho trabajo por hacer. Pero poco a poco se va avanzando; los ayunta-mientos y las entidades, como la Fundación ACS junto con el Real Patronato sobre Discapacidad, tienen un programa de actuaciones de accesibilidad universal en el patrimonio, muy efectivo. J. A. A. C.: Cada vez son más los monumentos que garan-tizan la accesibilidad total o parcial, pero dada la riqueza patrimonial de nuestro país, queda aún mucho camino por recorrer. “Intervenir en el patrimonio histórico obliga a ser creativo y respetuoso, hay que conocer las necesidades de las personas y también la naturaleza del lugar” Carmen Fernández Hernández